Fue el profesor sueco Bertil Adman quién descubrió los enormes beneficios de ir acontramarcha. Empezó su investigación a principios de los años 60, cuando la seguridad en el automóvil empezó a ser una prioridad.
La idea le surgió al observar en un programa de televisión, la posición de los astronautas durante el despegue de la nave Gemini. Reposando su espalda en el sentido contrario a la fuerza de despegue, eran más capaces de soportar la gran aceleración. El profesor Adman pronto se dio cuenta de que este principio podía aplicarse para proteger a los niños en caso de accidente.
Sus investigaciones concluyeron que manteniendo a los niños en sentido contrario de la marcha las fuerzas se distribuían sobre toda la espalda del pequeño y la carga sobre su cuello era mucho menor.
Esta investigación también demostró que existe una mayor protección ante impactos laterales, ya que la inercia del movimiento tiende a mantener el cuerpo dentro de la silla, en la zona de protección.
La primera silla acontramarcha vio la luz en el año 1967. Suecia aprobó la normativa T-Standard en el año 1975 era tan exigente en cuanto a seguridad que ninguna silla a favor de la marcha podía superarla.
La normativa T-Standard con el tiempo evolucionó hasta convertirse en el Plus Test actual que conocemos.